Luís era un niño que trajeron al hogar de acogida que el HOGAR DE LA LUZ tiene en puerto Maldonado en la región de Tambopata en pleno corazón de la selva amazónica del Perú. Según la directora de DEMUNA, la institución de protección del niño en la República peruana, y la policía, había recibido malos tratos.
Una profunda herida infectada cruzaba toda su frente, se le podía ver el cráneo. Le habían dado un fuerte golpe para que trabajara más en el campo. La mujer que años atrás lo encontró abandonado en la selva se lo había hecho.
¿Y cómo te llamas?, le pregunté.
Luis, señor.
¿Y cuáles son tus apellidos?.
No lo sé.
¿Y tus papás?
No sé, no me acuerdo de ellos.
¿Cuántos años tienes?.
Creo que cinco, eso es lo que me han dicho.
En su rostro se reflejaba la profunda frustración de un niño dolido, maltratado, apaleado y explotado sin saber por qué, pero creyendo sin comprenderlo que su situación era normal.
Por momentos daba la impresión de ser un gigante derrumbado, cuando todavía le quedaba mucho tiempo para dejar de ser niño.
Al llegar al Hospital, primero tuvimos que pagar para que le atendieran, es algo "normal" en la región. Después de dos días hospitalizado Luisito fue dado de alta con su herida cosida y desinfectada. Cuando llegó a la casa de acogida del Hogar de la Luz, le dije:
Luis, ya no te maltratarán más, nosotros te queremos y cuidaremos de ti. Dame un beso.
Luisito me miró con una extraña extrañeza y respondió: ¿QUÉ ES ESO SEÑOR?. Es indecible lo que sentí en esos momentos, pero intentaré explicar mi reacción. Acerqué mis labios a su mejilla, le di un beso con todo mi afecto y le dije, "ESTO ES UN BESO". Dame ahora tú uno a mí. Le acerqué mi mejilla, puso sus labios sobre ella, pero en ningún momento se sintió el sonido maravilloso del "mua". Luisito, no sabía dar un beso.
El profundo dolor que me produjo el acontecimiento se agravó cuando a los pocos días vinieron las mismas "autoridades" que lo trajeron y nos dijeron que habían encontrado a su "madre" y que se lo habían de entregar.
No pudimos hacer nada más, sólo podíamos desearle que en todo momento fuera tratado con todo el amor y cariño que se merece y necesita un niño, y que recibiera muchos besos.
Aquel beso inexperto de Luisito, no lo olvidaré jamás y me da la valentía y las fuerzas para pediros a vosotros que de la parte más noble de vuestros corazones fluya un manantial inagotable de besos para él, y para tantos millones de niños que no saben lo que es UN BESO.
Gumersindo Ruiz
Presidente
Gumersindo ¡mi enhorabuena ! por ser presidente y , puede que, fundador del Hogar de la Luz, toda una vida de altruismo que también has sabido proyectar en tu hija. La experiencia del niño que no sabía besar es muy triste ; deseo que no solo haya curado su herida física , sino también su vacio afectivo y haya aprendido a besar ya...Para ti un abrazo solidariamente cariñoso.
Alter
Espero que sigáis teniendo la energía para seguir esta gran labor. Al menos Luisito disfrutó de un beso y abrazo que esperemos no fuera el único.
Me he tomado la libertad de adjuntaros un post que viene relacionado: http://cruzcoaching.blogspot.com/2009/06/petalo-99-los-abrazos.html
un abrazo. Mari Cruz